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Derechos humanos en el Sáhara Occidental

Pese a los errores y a la ausencia de un rumbo claro en la política del Estado marroquí, capaz de dar una solución duradera al conflicto del Sáhara, puede detectarse en sus maniobras un interés creciente por la temática de los derechos humanos. Entre los indicadores de esta tendencia, conviene señalar el caso Ould Salma (policía saharaui favorable a la oferta marroquí de autonomía del territorio, detenido por el Polisario), la retirada de la munición al personal armado durante el desmantelamiento del campo de Agadym Izik y el número de cámaras utilizadas ese día (para mostrar el horror de los asesinatos cometidos por los independentistas), e incluso la oferta de una "autonomía amplia" del Sáhara (que está por definir y, eventualmente, por negociar).

La salida puede venir si se insiste a todas las partes en que deben respetar los derechos y negociar de veras

Esta tendencia pretende contrarrestar el esfuerzo, considerable y antiguo, de los independentistas saharauis en el terreno de la legitimidad y los derechos humanos. Estos venían llamando la atención sobre las desapariciones del periodo de conflicto abierto, hasta 1991, y sobre las humillaciones, vejaciones y torturas que, más o menos, han prevalecido después.

Esta competición entre los protagonistas representa una oportunidad histórica que podría contribuir a una salida aceptable al conflicto. Aunque, en principio, obedece a consideraciones de pura táctica, la pretensión del respeto a los derechos humanos debería contribuir notablemente a hacer prevalecer los arbitrajes equitativos basados en la norma de derecho, y a condenar, aislar y marginar los comportamientos maximalistas y violentos. Y, a fin de empujar a los actores a ser consecuentes con esta orientación, la presión de la comunidad internacional y de las opiniones públicas internacionales y locales sería bienvenida, pues contribuiría a deslegitimar las provocaciones y las regresiones.

El hecho de que Marruecos haya prohibido la entrada de observadores internacionales, periodistas y militantes pacíficos en el territorio objeto del litigio es algo que hay que denunciar. Conviene reconocer los progresos del Estado marroquí (disminución de la represión de los independentistas) y condenar sus aberraciones. Asimismo, reconozcamos a los independentistas el derecho a manifestarse y a recibir a los observadores internacionales, y prevengamos juntos el regreso masivo a la violencia primaria, como la ejecución, el 8 de noviembre, de los 11 (18, según algunas fuentes) agentes de las fuerzas del orden marroquíes.

Ciertos independentistas y sus apoyos internacionales invocarán el "derecho legítimo a la resistencia al ocupante" y alegarán que la violencia se ha dirigido contra agentes y sus auxiliares (los bomberos y el personal de las ambulancias que contribuyeron a desalojar a los ocupantes pacíficos de Agadym Izik). Esto no debe impedir que los amantes de la paz hagan todo lo posible por impedir un nuevo rebrote de violencia.

La responsabilidad de los pacifistas de toda clase es abrir la puerta a una solución equitativa, permanente y rápida al conflicto. Para esto, conviene trabajar en lo inmediato para volver a rebajar la intensidad del conflicto hasta su nivel más bajo. A muy corto plazo, para garantizar la primacía del derecho y las libertades de expresión y manifestación; y a corto plazo, para obtener un verdadero compromiso de las partes en la búsqueda de una solución definitiva.

El regreso a la calma pasa por la cancelación de todas las hostilidades, el cese de la situación de terror y tortura, la liberación de los acusados detenidos sin bases serias y un juicio público y justo para los demás, la liberación de Ould Salma por parte del Polisario, la renuncia a todo acto violento y la autorización de los observadores y los periodistas extranjeros, así como de unas comisiones de investigación creíbles.

El objetivo a muy corto plazo consiste en garantizar el libre ejercicio de los derechos individuales. Estos derechos incluyen esencialmente el llamamiento público y pacífico a la independencia dentro de la zona controlada por Marruecos, y a la solución de la autonomía en las zonas bajo la responsabilidad del Polisario y/o Argelia.

El objetivo a corto plazo es la reanudación de unas verdaderas negociaciones que desemboquen en una solución definitiva, y que no pretendan solo dar el pego.

Este conflicto ha durado demasiado. Ha causado demasiados sufrimientos y ha privado a la región de un gran potencial de desarrollo e integración. El statu quo es inadmisible por parte del Polisario y de Argelia, pues inflige sufrimientos a los refugiados y hace a la población del Sáhara dependiente de donativos, sinecuras y de la voluntad de los señores de la guerra.

Tampoco es sostenible en el lado marroquí, donde el desarrollo del Estado de derecho es rehén del coste, los efectos materiales y el chauvinismo inducidos por el conflicto. Una condición clave para toda esta evolución sería que los actores civiles (prensa, organizaciones de derechos humanos y observadores locales y extranjeros) dejasen de anteponer sus servidumbres y clientelas a sus obligaciones para con la verdad, la neutralidad y la ética.

Fouad Abdelmoumni es miembro de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

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